Imagen aérea de un vecindario en Texas inundado. Se observan sólo los techos de las casas y las copas de los árboles.
Inundación del huracán Harvey en al menos 13 sitios de Superfondo en el 2017, enviando componentes cancerígenos a los cursos de aguas de Texas. Créditos: S.Sgt. Daniel J. Martínez/Guardia Nacional Aérea de USA,, Public Domain

This is an authorized translation of an Eos article. Esta es una traducción al español autorizada de un artículo de Eos.

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Las dioxinas, categoría de sustancias químicas que incluye el Agente Naranja, han estado prohibidas en los Estados Unidos desde 1979. Pero eso no significa que hayan desaparecido. Como en la trama de innumerables películas de terror, las dioxinas y otras sustancias químicas prohibidas están sepultadas bajo la superficie esperando a ser desenterradas.

Un nuevo artículo de perspectiva del Journal of Hazardous Materials llama la atención de un área poco estudiada: la removilización de contaminantes en los lechos de ríos. Los productos químicos tienen una gran facilidad para unirse en sedimentos, esto significa que los derrames químicos en ríos frecuentemente se filtran en sedimentos en lugar de fluir aguas abajo. Futuras capas de limo entierran los contaminantes y ocultan el problema.

Pero los químicos persistentes en cauces de ríos son unas “bombas de tiempo” advierte Sarah Crawford, toxicóloga ambiental de la Universidad de Goethe, Frankfurt y autora principal del artículo. Los productos químicos enterrados pueden ser fácilmente removilizados. “Solo se necesita un evento de inundación”, dijo.

Pequeños focos de contaminación

El artículo proviene de un equipo de investigación interdisciplinario localizado principalmente en Alemania, un país que enfrentó inundaciones catastróficas este año con desafiante comparación. A medida que el clima se calienta, en forma similar las tormentas intensas se espera que aumenten. Las inundaciones causan una agitación inmediata, pero la removilización química puede prolongar el desastre.

“Los sedimentos cohesivos son realmente estables en amplios rangos de velocidades de flujo, pero en algún punto el lecho de sedimentos simplemente falla”, dice Markus Brinkmann, un ecotoxicólogo de la Universidad de Saskatchewan y un coautor del artículo.

“Los pequeños focos de contaminación son realmente fácilmente dispersados por las inundaciones”.

Cuando el lecho del río falla, el agua turbulenta se llena de sedimento. Esa agua agitada puede propagar toxinas ampliamente. Después de la inundación del río Elba en Alemania en el 2002, por ejemplo, las concentraciones de hexaclorociclohexano en los peces fueron 20 veces más altas que antes de las inundaciones. En otro ejemplo, el huracán Harvey inundó o dañó al menos 13 sitios de Superfondo en los Estados Unidos y envió componentes cancerígenos hacia la bahía de Galveston en Texas en el 2017.

“Los pequeños focos de contaminación son realmente fácilmente dispersados por las inundaciones”, dice Brinkmann.

La ubicación de estos pequeños focos es incierta, complicando el problema. Las áreas urbanas y los puntos críticos agrícolas son puntos de partida obvios para la investigación y remediación, “pero nosotros no podemos simplemente localizarlos todos”, dijo Crawford. “Puede ser que un agricultor en los 60s haya dispersado DDT. Nosotros no tenemos registros de eso”.

Otras preguntas permanecen sin respuestas. ¿Qué tan biodisponibles son los productos químicos reintroducidos? ¿Qué tan tóxicos son los químicos después de décadas unidos a los sedimentos? ¿Cuál es el riesgo económico de la inacción? “Mucho de esto no ha sido estudiado”, señaló Crawford.

El artículo reciente no intenta responder preguntas sobre la presencia y la liberación de toxinas en los lechos de ríos, más bien, intenta estimular la investigación interdisciplinaria sobre esta creciente amenaza.

Involucrar a la comunidad

“Para lograr realmente esto, particularmente a la escala [en la que] se necesita realizarse, no puedes tener estudiantes de postgrado recolectando cada muestra”

La investigación interdisciplinaria es esencial para tal problema complejo. Como evidencia, los 16 autores del artículo incluyen una combinación de toxicólogos, economistas, microbiólogos, químicos e ingenieros.

Pero es importante que la investigación se expanda más allá de la academia. “Para lograr realmente esto, particularmente a la escala [en la que] se necesita realizarse, no puedes tener estudiantes de postgrado recolectando cada muestra”, dijo Ashaki Rouff, una geoquímica ambiental de la Universidad de Rutgers, Newark quién no estuvo involucrada en la investigación. “Realmente necesitas involucrar al público”.

Esto a menudo significa colaborar con comunidades marginadas. “Los problemas del cambio climático y la contaminación afectan de manera desproporcionadamente a las comunidades de color y de bajos ingresos”, agregó Rouff. El lograr involucrar a los residentes en la investigación “es una manera de empoderar esas comunidades vulneradas y darles más control sobre la salud ambiental de su comunidad”.

“Es muy importante trabajar con organizaciones comunitarias para este tipo de trabajo, especialmente en este tipo de comunidades marginadas”, coincidió Vanessa Parks, una socióloga asociada de la Corporación RAND quién no estuvo involucrada en la investigación. Los residentes de las regiones en riesgo son muy conscientes de la amenaza que existe cerca de ellos; excluirlos de la conversación puede aumentar la frustración y carga psicológica de vivir cerca de sitios contaminados.

“El trabajar con comunidades y tener un diálogo abierto acerca de los riesgos y sobre el monitoreo ambiental puede ayudarl a generar confianza”, dijo Parks.

Las bombas de tiempo suenan más fuerte

Mientras el artículo es un llamado a la acción transdisciplinaria, Crawford, Brinkmann y sus colegas ya han facilitado una red de investigación para abordar el problema. Ellos trajeron juntos a la Universidad de Aachen RWTH en Alemania estudiantes graduados de múltiples disciplinas (ingenieros, economistas, ecotoxicólogos, y más) para investigar en diferentes ángulos del riesgo de inundación y movilización de contaminantes. Ellos publicaron un artículo de acceso abierto sobre sus esfuerzos en el 2017.

“Realmente espero avanzar hacia un trabajo de forma interdisciplinaria”, dijo Crawford. “Espero que capacitemos a esta próxima generación de científicos para poder comunicarse a través de las diferentes disciplinas”.

Solo se necesita una inundación rápida para levantar las toxinas enterradas y contaminar un área completa. A medida que el clima se calienta y las tormentas se intensifican, las bombas de tiempo de estos sedimentos de ríos contaminados sólo suenan más fuerte.

—J. Besl (@J_Besl), Escritor de ciencia

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This translation by Daniela Navarro-Pérez (@DanJoNavarro), with editing by Anthony Ramírez-Salazar (@Anthnyy), was made possible by a partnership with Planeteando. Esta traducción fue posible gracias a una asociación con Planeteando.

Text © 2022. The authors. CC BY-NC-ND 3.0
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