El arte virreinal: entre lo bello y lo confuso
Hace ya muchos pero muchos años Blanca González Rosas publicó un articulo pequeño para la Proceso donde narraba la la relación de Mexico con su pasado colonial.
Lo que me gusta de ese artículo es la forma en que exhibe nuestra hipersensibilidad nacionalista cuando mencionamos el virreinato. Aun cuando en los siglos correspondientes al Virreinato de la Nueva España se encuentra la presencia contundente de costumbres y gustos todavía vigentes, es completamente común que aún hoy se rechace esa época.
Los siglos de oro en los virreinatos de América 1550-1700 demuestra que en México aún se hacen interpretaciones que significan al arte colonial como una acumulación de objetos de excelente factura que han sido clave en el origen de la identidad nacional.
El arte de este período es el testimonio de conciencias que, si bien partieron de un tronco común que fue España, crecieron de manera distinta, dependiendo de las relaciones sociales que interactuaron al interior y al exterior de los territorios conquistados, es esta época la responsable del crecimiento de expresiones locales que buscaban manifestar una grandeza no sólo comparable con la española, sino, además, enriquecida con las características propias de cada lugar: geografía, tipos humanos, costumbres, imagen urbana, fiestas, preferencias religiosas.
El arte colonial en México, también es conocido como Novohispano o arte de Nueva España, fue, inicialmente, un reflejo de los ideales político-religiosos característicos de la tradición europea inserta en los territorios de América, un ejemplo es la catedral de Ciudad de México, que había sido concluida en el siglo XVI, se labraron las tres portadas de la fachada principal dentro del barroco purista y cuya autoría se atribuye a Luis Gómez de Trasmonte, quien había sido nombrado maestro mayor de la obra en 1656.
Puede decirse que en México el barroco tiene tres periodos: en el primero domina la columna salomónica; en el segundo triunfa la estípite y en el último periodo se vuelve a lo clásico y podría llamarse barroco vitruviano.
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Columna salomónica, torsa o entorchada es una columna con fuste de forma helicoidal, que se utilizó fundamentalmente en Europa y en América en la arquitectura barroca. Recibe su nombre por la creencia de la época en que así fueron las columnas del Templo de Salomón.
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Estípite: Pilastra en forma de pirámide truncada, con la base menor hacia abajo.
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Barroco vitruviano: Basado en ideas de canon y orden del arquitecto romano Marco Vitruvio, del siglo I antes de Cristo.
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